En honor a las Afros que nos han acompañado por décadas desde el seno familiar y en las calles con sus tazones cantando de esquina en esquina ¡chontaduro! ¡chontaduro! apenas escuchábamos salíamos corriendo al muro de la casa en la calle y nos sentábamos a degustar los sabores y colores, los rojos, los amarillos, los verdes machos y así nos llenábamos de su simpatía.